Este es mi noveno año de proyecto.
Empecé con personas mayores a las que ya conocía de mi clase de pintura desde hacía más de 10 años. Y un día, el 2 de noviembre de 2014, empezamos el primer ejercicio. Que, aunque no lo recuerdo, esa es la fecha que puse en las primeras hojas que decidí guardar por si acaso.
Qué bien que se me ocurrió poner nombres y fechas en cada uno de ellos.
He tenido la gracia, la oportunidad, el privilegio, el placer de poder trabajar con el Centro de día de personas mayores de Puerto del Rosario durante todo el proceso que duró 5 años. Y poder seguir con todas las personas que he logrado conseguir.

En el camino, desde 2016, inicié los ejercicios con niños porque vi resultados en mí, y me dije: hay que empezar antes. Mucho antes. Todo lo antes que pueda. Y una escuela rural, se animó a probar. Los niños de primaria y su directora. Un año. En el mismo año, también otra escuela, pero en este caso, con el profesorado de infantil y sus directoras.

Hoy, haciendo balance y aunque no he podido hacer 3 años mínimos con cada grupo para obtener un resultado óptimo, he podido hacer ejercicios con diferentes personas, con sus diferentes cerebros: y condiciones
• Alzhéimer (en domicilio)
• Espasticidad en el brazo izquierdo
• Ictus en el hemisferio izquierdo
• Ictus en el lado derecho (mi madre)
• TDAH (joven)
• Retraso mental moderado
• Autismo, asperguer (adolescentes)
• Down, niños y adolescentes
• Dislexia
• Párkinson, pacientes y familiares
• Cáncer, pacientes, familiares y cuidadores
• Personas no oyentes (adolescentes, jóvenes y adultos)
• Personas no videntes (un adulto y un adolescente)
• Personas zurdas
• Personas con una sola mano que puede mover
• Personas que no tienen movimiento casi en manos
• Personas de las que no tengo conocimiento de diagnóstico

Porque no tengo pacientes, tengo alumnos, por decirlo así.
Y la lista sigue:
• Fotógrafos
• Una fotógrafa, zurda, parte del equipo de investigación
• Docentes
• Una profesora de música, parte del equipo de investigación
• Artistas
• Niños de infantil de dos escuelas, algunos que empiezan a caminar
• Una logopeda
• Una terapeuta gestalt
• Psicólogas
• Una psicopedagoga, parte del equipo de investigación
• Una enfermera, parte el equipo de investigación
• Un ex enfermero
• Enfermeros y médicos del centro de salud
• Muchas personas que empezaron los ejercicios, pero no pudieron continuar
• Otras que tienen el libro de ejercicios. De lo que desconozco en qué proceso están. Pero han querido hacer uso del cuaderno por sí mismos.
• 3 personas adultas que me ayudaron a probar los ejercicios cuando recién iniciamos
• Algunas personas a las que he visitado para contarles individualmente este proyecto
• Personas que han asistido a varias charlas que he hecho sin ejercicios al inicio de estos años
• Personas que han asistido a charlas que empecé a hacer con ejercicios
• 4 personas con las que inicié por zoom en 2022, de Madrid y de Suecia
• 4 personas que tienen mi libro traducido al inglés, que vendí cuando fui a Estados Unidos
• 8 libros que dejé allí a una comunidad de personas con accidentes cerebro vasculares
• Una neurofisioterapeuta de Estados Unidos también
La verdad es que el balance es muy bueno.
Aún busco que los ejercicios se hagan durante un período de 3 o 4 años y así conseguir los resultados óptimos, para que el entrenamiento se fije en el cerebro.
Sin embargo, se han cambiado muchos puntos de vista y que se hable de nuestros hemisferios. Y que observemos y nos auto observemos para mejorar como personas y ver con más respeto a los que viven a nuestro lado.
Aún queda mucho por hacer. Pero el proceso va moviéndose.
“A paso de tortuga”, como suelo decir. Como la que apareció en mi espacio de trabajo: Aula de la naturaleza.
Una tortuga de agua. ¿Qué hacía allí? En la vega de Tetir. Un suelo muy seco, con escasez de agua, pero muy fértil.
Doy infinitas gracias por todas las personas con las que he logrado compartir este proyecto.
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