En este tiempo el hemisferio izquierdo se encarga de que una persona sea capaz de desarrollar con eficiencia un trabajo (o la mayoría de los trabajos) durante 8, 10, 14 o más horas seguidas al día, parando a veces unos minutos para comer, incluso a veces comiendo mientras se sigue.

El trabajo ocupa toda nuestra vida. Deberíamos trabajar 6 horas al día.
Trabajando con datos, cifras, horarios, estatutos, leyes, normas, escritos, reglamentos, durante demasiadas horas seguidas, repito, al día. Muchas veces en ordenador y en una misma postura.
He pensado que deberíamos trabajar esos datos, sí, pero con la responsabilidad de cuidar nuestra salud mental, haciéndolo durante 3 o 4 horas y parando para cambiar de actividad, pasándonos al otro hemisferio. Algo lúdico, algo creativo, algo musical, algo interior. Ya me entiendes.
En algunos países, hay empresas que, durante el horario de trabajo, hacen que la persona, pase algún tiempo (unos minutos o una hora) cambiando la actividad y luego regresando a la habitual.
Creo que el hemisferio izquierdo está en riesgo. Nos estamos pasando en el uso y abuso de este hemisferio. Y ya se está viendo a corto plazo, imagínate a largo plazo.
¿A lo mejor cambiando esto, podríamos dejar de convertirnos en “pacientes”? O al menos reduciríamos significativamente las cifras.
Una empresa debería considerar esto como parte de la formación que tantas veces ofrece a sus trabajadores. El cuidado y desarrollo de los hemisferios.
Porque está claro que con estas horas de trabajo, no queda espacio para nada más, porque llegas a tu casa y siguen las actividades que “tengo que hacer”, para terminar lo de cada día y que no se acumule para mañana.
El uso del HI (hemisferio izquierdo) durante muchas horas seguidas, agota mentalmente. Lo que se traduce al cuerpo.
También sería aconsejable no trabajar durante toda la vida en el mismo empleo. Parece que tenemos una edad donde “controlamos todo muy bien”. Prueba con algo no habitual y verás que no lo haces tan bien. Sólo porque no es habitual. Parece que estamos bien, que no tenemos ningún problema, pero en realidad, las conexiones de siempre, son las que hacemos bien. Las otras, no tanto. Incluso a veces hay conexiones que no están hechas.
Piensa cuando en un trabajo tienes que enseñarle a alguien nuevo. Sus conexiones a veces no están hechas. Las hará entrenándolas.

También en la escuela el hemisferio izquierdo se ocupa de responder a un 80 % de materias diarias dentro de la escuela y muchas veces y, muchas más veces, seguir en casa, durante 5 días a la semana. Todos los meses de clase.
Además, hoy los niños también van a actividades extraescolares (no sé por qué se une este concepto a la escuela) algunas de ellas lúdicas y otras como inglés, siguen un modelo que sigue trabajando el hemisferio izquierdo. Mejor buscar actividades que muevan el otro hemisferio.
Sin contar, o contando, los niños que deben asistir por la tarde también a distintas academias que deben ayudar a una escuela que no acaba de desarrollar temario durante las horas lectivas.
La escuela ocupa toda la vida de un niño y parte de la nuestra. Debería poder ocuparse de la escuela, él solo. Y hacerlo en horario de clase. El niño hoy no tiene vida.
Imagina tu trabajo de 8 horas, si te mandara tarea para casa. Y probablemente algún caso habrá.

De todos modos, volviendo a un 90% de personas diestras en el mundo (hemisferio izquierdo dominante en un 90% de ese porcentaje) HID, es difícil, pero “el cerebro se entrena”, cuesta poner a un HID a hacer algo que hace el HDD. Porque no son puntos de su interés. Pero repito: es necesario entrenarlo, aunque sea como recurso para que el hemisferio no habitual se ponga en marcha. Y no es que no funcione, porque ambos están unidos y cuando uno se mueve, se mueve el otro. Sin embargo, tomar la iniciativa es el caso. Últimamente es el izquierdo el que parece tener el mando.
Se puede estimular y entrenar cada hemisferio.
Una escuela que sigue educando sólo un hemisferio. Y el otro lo considera accesorio o para pasar el rato, o como complementario. No es lo mejor para nuestro cerebro.
Creo que ya te lo había explicado: cuando hay dos hermanos, uno desarrolla un hemisferio y el otro, desarrolla el otro. En una pareja es lo mismo y en socios donde sólo son dos. Salvo cuando uno del par es una persona zurda. Allí ambos disfrutan del desarrollo de los dos hemisferios.
Por ejemplo uno de los niños (el de hemisferio izquierdo dominante) va a la escuela y disfruta de todas o casi todas las materias, y claro le aburren las del otro hemisferio.
En cambio, al niño de hemisferio derecho, le cuestan las 20 materias y disfruta de sus dos horas de plástica o música semanales. Aunque no tenga tiempo suficiente para hacer un dibujo o crear una melodía, porque ya llega el tiempo de la materia siguiente y debe “cortar” o dejar sin terminar su dibujo. (Cuando estamos en el hemisferio derecho, el tiempo y el espacio no tienen la misma medida, me atrevo a decir que no tienen medida).
De todos modos, esto no lo ve el hemisferio izquierdo. Porque no tiene con qué percibirlo.
Soy una minoría diestra, hemisferio dominante derecho. (HDD)
Hoy defiendo mi hemisferio. El hemisferio de niños que viven siendo minorías y no lo saben.
Si lo supieran, vivirían pudiendo respetar las capacidades de su hemisferio de nacimiento. Igual que el hemisferio izquierdo. Sabiendo que hay otro.
He vivido pensando que no daba la talla. Que el hemisferio que lo sabía todo era el izquierdo. El que admiraba. Sigo admirándolo porque muchas cosas no logro hacer todavía. Otras sí. Con ejercicios que he hecho yo misma y mis alumnos. 7 años de entrenamiento y he estado del otro lado. Al cuarto año, he cambiado mi dominancia. Han empezado a surgir visiblemente características del otro hemisferio. El que no es el mío. Unas capacidades que me han servido para no estar constantemente sirviéndome de ayuda de otras personas para hacer algo.
Abiertamente, ya voy diciendo: soy un hemisferio derecho. ¡Ten paciencia! Mis características son estas. Y no son las tuyas (si hablo con un hemisferio izquierdo). También me cuesta tener paciencia con tu hemisferio (que es el contrario al mío). En mi casa funciona muy bien. Nos ayuda a entender y a comprender.
Pero he aprendido a dar valor al mío. El mismo valor que el otro. Amo mi hemisferio derecho. Estoy más cómoda en él. Así mismo he aprendido que necesito también el otro.
Menos mal que contamos con personas del otro hemisferio. Que ve lo que yo no veo. También puedo mostrarle lo que se ve del otro lado. Para que tenga la otra versión. Que también existe.
Y aquella idea que dice que claro: es fácil decirlo desde la otra orilla, la podemos convertir en: menos mal que lo ves desde la otra orilla y me lo dices.
Creo que, en muchos ámbitos, TODO UN HEMISFERIO NO ESTÁ REPRESENTADO.
Me atrevo a decir que, en toda presidencia, o en toda dirección empresarial o sea cual sea, debería haber dos personas. Donde se pueda contar con ambos puntos de vista. El de cada uno de los hemisferios.
Cada uno tiene una percepción de las cosas, de situaciones, de hechos, de estadísticas. Y como cada cabeza es resultado de un conjunto de ingredientes, pues, qué maravilla contar con tantas versiones. También. Si logras ver que esto es riqueza.
Y si las estadísticas hasta ahora hechas no sirven porque sólo han sido consideradas desde un 90 % de personas diestras en el mundo?
Dado que las estadísticas son hechas desde unas mayorías.
Vuelvo a decirte que tu hemisferio izquierdo está en peligro.
Cargado y sobrecargado. Ojalá puedas pasarte el otro hemisferio durante las horas complejas. Para darle al menos un descanso.
He estado en el otro hemisferio. Ojalá conocieras el mío.
Aunque hoy buscas tejer, coser, hacer yoga, meditar o algo que te “distraiga un poco”, o que te serene, o que te aporte alegría.
Buscamos el otro hemisferio. Lo necesitamos.
Es una cuestión de equilibrio.
No hay uno sin el otro. Incómodo, pero necesario.
Por eso, no podemos seguir adelante haciendo evolucionar uno solo de los hemisferios.
Y sobre todo, el riesgo de desarrollar el izquierdo, hoy es la sobre carga y la ignorancia de una salud mental a corto y a largo plazo que deriva en enfermedad.
No tiene ninguna gracia.
Mejor buscar que mi cerebro florezca, eche raíces y extienda sus conexiones. Para un bienestar común.
0 comentarios